Durante millones de años, la supervivencia de nuestros antepasados dependió del movimiento. Cazar, recolectar, explorar y huir del peligro requerían cuerpos resistentes, capaces de recorrer largas distancias, cargar peso y mantener un esfuerzo sostenido. La anatomía, la fisiología y hasta la mente del Homo sapiens se forjaron bajo esas condiciones: somos el resultado de una larga historia de actividad física diaria. Nuestro sistema cardiovascular, nuestros músculos, huesos y metabolismo —incluso nuestro cerebro— evolucionaron para funcionar de forma óptima cuando nos movemos.
Sin embargo, en apenas unas pocas generaciones, hemos transformado radicalmente nuestro entorno. La tecnología, los medios de transporte y la automatización nos han liberado casi por completo de la necesidad de movernos. Este cambio, aunque cómodo, ha creado un profundo “desajuste evolutivo”: un cuerpo diseñado para la actividad que vive en un contexto de sedentarismo. Las consecuencias son visibles en la creciente prevalencia de enfermedades crónicas como la obesidad, la diabetes tipo 2 o las patologías cardiovasculares, así como en trastornos mentales asociados al estilo de vida moderno.
Esta charla propone un viaje desde la evolución humana hasta la salud actual para entender por qué la actividad física no es solo recomendable, sino esencial. Movernos no es un lujo ni una moda: es una necesidad biológica profundamente arraigada en nuestra historia como especie.







